Hoy el
Peregrino de la Blogosfera llega a la casa de Eulogio, un gran amigo de hace ya unos cuantos años, casi de los primeros en esta blogosfera y con el qué aún conservamos el espíritu de una pequeña cuadrilla que nació de nuestra amistad.
Hoy leía en la prensa que los restaurantes de España miden las perdidas por la cantidad de comida que tiran, será que en época de crisis nadie mira ya los beneficios y los motivos por los que se generaban los mismos.
Resulta que hablan en la noticia que cada restaurante desperdicia unos dos kilos y medio de comida al día, entre la que se estropea por caducidad, la que compran en exceso por falta de previsión y la que más gracia me hizo y por lo que hoy estoy hablando de ello con mi amigo en su rincón, la que dejan los comensales en el plato porque les han servido una cantidad excesiva.
Es la leche, querido amigo Eulogio, ya era lo que nos faltaban, que con la excusa de la crisis y eso de ahorrar para no tener perdidas, se atrevan a servirnos en un menú del día un plato de garbanzos por la mitad, no vaya a ser que dejemos unos cuantos y suban las estadísticas de perdidas para el negocio.
Yo no sé quién hace estos estudios y quién es el desafortunado que incluye ciertas aseveraciones para un uso razonable de la comida en un restaurante.
Lo tengo claro, yo me lo como todo, por dos motivos, primero porque cuando voy a un restaurante voy a comer y como comensal soy agradecido en la mesa o agraciado de apetito, segundo, el que regenta el negocio sabe mejor que nadie lo que es una ración y el que tenga poca hambre que pida un bocadillo, pero tendrá que tener muy claro que no le saldrá rentable el negocio si pierde clientes al dejarles con hambre en sus menús.
Sinceramente a veces creo que esta crisis nos está a todos haciendo perder la pinza en las conclusiones tan variopintas que sacan con saber en dónde se producen las perdidas y no mirar dónde están realmente los beneficios.
Miren ustedes, un buen cocinero nunca tira un tomate picado, lo sabe aprovechar y nunca le sobra carne que hizo de más, como en nuestras casas, las croquetas están luego de muerte, así que si en un restaurante se tira mucha comida por su caducidad o compra en exceso, igual el mejor ahorro para ese negocio es reciclar al cocinero y no contarnos estas milongas.
Además, a partir de hoy, que yo me lo como todo, al restaurante que vea que merma mi ración y no lo hace en proporción en su factura, dejo de ir allí a comer y me voy a otro que sirva las raciones de comida como Dios manda, en su justa medida.
Recuerdo un viaje a Galicia y una parada en una aldea, comimos calidad, pagamos buen precio, pero lo que más nos gustó es que no faltó comida en la mesa, había garbanzos con callos, perolo y cucharón para echar al plato lo que quisieras y repetir las veces que fueran necesarias, del resto de los platos ni les cuento, toda una gozada para gente que como yo se come todo.
Al paso de unos años volvimos allí y más de lo mismo, es más, mis amigos cuando van a Galicia yo les doy las indicaciones para que disfruten de un buen menú, que espero que con estas estadísticas tan maliciosas que nos deja la crisis, para lo que les interesa ya que según cuentan, sirven para educar nuestros bolsillos y que nos sintamos más economistas que nunca.